Berlín, Berlín
"¡A Berlín, a Berlín!", se gritaba ya en el Stalingrado retomado a primeros de 1943.
Más de dos años después, la literalidad de ese deseo dejó patidifusa a la burguesía continental y nortemericana.
Porque al nazismo alemán y fascismo italiano no lo derrotó el desembarco de Normandía, a pesar de Ryan, Spielberg, Hollywood, y su puta madre.
Qué más hubieran querido las clases altas que daban soporte socioeconómico al nazismo, que su adversario hubiera sido sólo el tío Tom.
Ya demostraron de qué iba esa guerra cuando en 1940 se apoderaron de Francia, casi sin quererlo, y no quisieron continuar en Inglaterra.
No se trataba de "apoderarse del mundo", como burdamente propagan los historiadores del régimen, porque para eso ya estaba la URSS, el eje del mal de entonces, así considerado por el capitalismo europeo y norteamericano. La disputa de mercados entre potencias capitalistas trata de evitar siempre la confrontación directa, por eso la invasión de la URSS se veía como la salida natural a la necesidad de espacio vital para mercaderías alemanas. Así lo veían en Berlín, Londres, Washington. Tal que así.
Pero algo se torció por el camino entre 1941 y 1943.
Y se torció tanto, que le dio la vuelta a la guerra y a la Historia.
La foto lo atestigua: es el corazón político mismo del capitalismo alemán nazi-fascista.
Sesenta años de eso.
Conviene celebrarlo.
Es nuestra victoria.
4 comentarios
E.R.G. -
E.R.G. -
Enrique -
E.R.G. -